Mira las calles

Mira las calles
y el cemento vacío
en las noches de lluvia
con nubes y frío
Sé la ausencia y la sombra
que ya tirita y que no suspira
Sé el silencio que callado
aguarda las horas tristes
de las sonrisas cansadas
Mira tus ojos en otros ojos
Mira las heridas de tu dicha
en los charcos de las esquinas
en los muros de la vida
en los vidrios rotos
Sé la lucha y la caída
sé el abandono
pues el universo se agota
en principios y olvidos
pues la memoria perdida
que todo lo inunda
todo lo crea
en cada mañana
en cada camino
en cada paso sin huella
y en todo destino

Las ruedas de la vida

Ya casi cumplo 39 años. A los 33 aprendí a montar bicicleta, a los 35 empecé a aprender Alemán, a pesar de que voy a Alemania desde los 26, y a los 38 empecé un tratamiento de ortodoncia. Hoy, en pleno 2022 pandémico, tuve mi primera clase práctica de conducción de automóvil.
En Colombia, a los conductores novatos les dicen buñuelos, una comida típica decembrina; y un clásico chiste es que se le grite ¡un café para ese buñuelo!
Pues bien, yo sentía que hacía falta repetir la Navidad y la lista de los 10 más de Pastor López y todos los granitos de café que se miraran al espejo para ser muy grandes, porque yo, corriendo la silla de conductor hacia al frente tanto como la silla dejaba, estoy haciéndome joven a punta de ignorancias añejas y primeras veces. Estas canas de la barba llegaron por otro lado, pero se sienten de este.
La vida que, convoluta, le enseña a uno a destiempo lo que los totazos dirigen en el momento justo.

¿Cómo son tus horas de vuelo?

¿Cómo son tus horas de vuelo?
¿Cuánta es tu espera de vacío?
Flotando entre luceros muertos
eres alas de un suspiro infinito
capullo del tiempo
rojo invisible de mi aliento
que cada segundo cuenta
el camino helado de tu destino
entre la sed de quien por tus ojos
ver quiero
lo que la distancia diluye
lo que las nubes ocultan
en este capullo tibio
que me envuelve
en este teatro donde el agua fluye
y la vida apabullada surca
un Todo ignoto
una Nada impávida
¿Cómo es tu soledad de estrella?
¿Cuál es tu afán, pequeño cometa,
vidrio dorado que el pasado
al desvelar el mañana revela?

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En esta sombra que nos somos, no somos
En esta dicha serena que nos habla, nos calla 
Con el silencio del viento frío en las ventanas, nos calla y nos embriaga
con la nostalgia de la noche que espera la luz y la alborada 
y flotamos como los días y las hojas, 
como las notas frescas de cada mañana 
con el abrigo del sueño y del suspiro
porque nunca has estado tanto como cada segundo cuando no estás y no te veo 
y te veo con la sangre que te espera y cada abrazo intangible donde nada es sino tu corazón
y este río que nos lleva y estos mares que nos diluyen 
hacia el universo incesante del olvido que ya es feliz
esperanza sin nombre que todo deja 
que evapora las lágrimas a cada paso 
y en cada latido y en todo latido 
y en ti 

Calla la noche

Calla la noche
en el cuarto de los ausentes
Calla la lluvia
cayendo donde el sol no se pone
Calla la vida
en la marea salada de la duda
que todo empaña
que todo nubla
como el sueño que hoy se oculta
como la piel que hoy se aparta
Cuánto nos separa
entre tu dicha tersa
y el óxido de mis entrañas
Cuánto nos separa
entre tu sangre tibia
y el río frío de mis montañas
porque camino
hacia donde caen las rocas
porque me oculto
como aquél que sediento aguarda
el rocío turbio de las mañanas
porque camino
la amargura y el teatro de la sonrisa
Calla la boca que todo ignora
Calla la mirada que todo olvida
que nunca mira
al retrato ajeno que hoy te escribe
o reflejo roto que ya te llama