He decidido darle la oportunidad a todo aquello a lo que me he negado por años. Después de no sé cuánto tiempo, quise tomar un taxi. Me paré en la esquina y estiré la mano. El primero me miró y siguió derecho, el segundo no me miró aunque iba vacío y el tercero que sí se detuvo, me hizo creer que el servicio de taxis había mejorado, que la competencia les había convenido a todos, que yo estaba era exagerando y que uy qué bueno, menos mal, qué chévere. Cuando me acerqué al taxi, me preguntó antes de subirme: "¿para dónde va?" Respondo. "Ah por allá no voy".
La vida que le echa tierrita hasta a los mejores propósitos de año nuevo.
Intentaré ahora con la coliflor y con 12h en bus a Popayán.