Hola Soledad

La puerta del apartamento acá en Alemania es, además, una enorme ventana. Hoy estaba barriendo justo la entrada y puse baladas en Español. Mientras cantaba apasionadamente La Soledad de Laura Paussini, que es el tema apenas para el aislamiento social, no me había dado cuenta que tenía un par de alemanxs mirando desde afuera. Eran un público, digamos. Detuve la cantada un momento para mover las sillas. Me sentí juzgado pero había que seguir con empuje y pasión. No sabía si salir y explicarles que así lo hacemos nosotrxs. Me quedaron debiendo el aplauso.

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Hierve rojo este día
y que palpiten las sobras
de tus palabras
que ya nada dicen
Vete que el hierro
funde la historia
de tus batallas
y de tu agonía
No soy el cuerpo
en llamas
ni la soga caída
No soy el aliento último
ni la luz del día
Me ahogo así
en tu mirada oculta
Me sacrifico hoy
en tu partida

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Se conducen las iras y los suspiros al húmedo local de la luz muerta que nada habla y todo esconde como la mentira universal de una verdad que ya nadie cree y las hojas secas y los ríos secos y las piedras rotas en un caldo saturado de bostezos y espera.

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La sombra es mi casa. La dicha es mi sombra. Vivo en las tardes y en las calles, sueño la geometría y el cemento. Cada lámpara del olvido es mi sueño, cada paso en la luz es mi casa. Soy mi refugio que ya aparece, soy el futuro destello de mi silencio.

Soy el futuro destello de mi silencio. Un vacío que otro mira escondido, tras la neblina o ausente como la espera. Ángulos que todo lo conectan. Formas que todo lo separan. Hay un misterio que es mi presencia, hay un sonido que es mi mirada.

Hay un sonido que es mi mirada. Una palabra que es mi destino. Hubo otro camino que hoy no he elegido. He dado el paso hacia la sombra. Casas que cuelgan como los recuerdos. Luz temporal que todo lo guardas: eres la noche que llega, un baúl de asfalto y ladrillo.

Ensalado

Hoy, que le estuve cocinando a un par de invitadxs, en algún momento les dije "no me vayan a dejar la ensalada". Apenas acabé la frase quedé mudo. Me he convertido en mis papás. Ya soy todo un adulto.

Los poderes del vino

Acordándome de aquella noche de estudio para el examen del otro día en las épocas de la universidad, cuando una compañera nos dijo que ella había escuchado que el vino ayudaba a concentrarse. Qué buena fiesta fue.

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La verdad oculta
o una verdad
La mentira visible
o toda la mentira
Un olvido que fluye
Un suspiro que agota
el andar del tiempo
en la antigüedad
y lo vacío
siempre el vacío
La sombra de la sonrisa
tras las cortinas
Claridad del espanto
y el silencio
O una lámpara
que el futuro alumbra

Un perfil alfil

Hace unos días un colectivo, que quiere dar a conocer un poco de mi trabajo, me pidió que escribiera un perfil en alrededor de 500 palabras. Es un número extraño porque parece mucho, también parece poco y, cuando me senté a cumplir con la tarea, me di cuenta que era ambos. Recorrerse en el arte es el diario vivir pero describirse es, diríamos, un fenomenal momentáneo sufrir. Separar en pedazos lo que en un continuo existe, es una ilusión. Pero el requisito tenía que ser cumplido y, así pues, acá lo dejo consignado:

Soy Felipe Mejia-Medina y soy Mista Vilteka.

Como Mista soy fotógrafo y escritor. Empezaré por lo segundo que fue lo primero: las letras. Escribo desde que recuerdo. Mi primer texto fue una carta a la Nada cuando tenía, creo, 8 años. Estaba en tercero de primaria y desde entonces no he parado de escribir. He pasado por la crónica, el cuento, el ensayo y la poesía. Todos los géneros me gustan pero, si estuviera obligado a elegir, como si fuesen campos realmente separados y discretos, iría por lo último, por la poesía, y luego lo primero, la crónica. Escribo desde la tristeza, desde la angustia o, quizás sea mejor decir, desde la claridad diáfana de la profunda soledad del vivir.

La mayor parte de mi producción está en un blog que empecé por allá en el 2008, justo cuando Mista Vilteka había tenido su nacimiento formal, y que a hoy cuenta con más de 900 entradas. También empleo algunas redes sociales en donde hay ya más de 200 poemas. Además, en casa reposan cuadernos y decenas de hojas separadas de cuentos y poesías que por muchos años no he vuelto a ver. Pero sé que ahí están. O así me gusta creerlo.

De adolescente experimenté con el teatro, con la música, con el dibujo y con el diseño; de joven con el canto y con las danzas. Todo se fue. Luego vino la adultez y entonces lo definitivo: la fotografía.

En los alrededores de los treinta, más-más que menos, me hice fotógrafo para mis adentros. Empecé, según mis memorias nostálgicas, por allá en el 2012, por ensayo y error. Desconociendo el hacer pero definitivamente descubriendo el placer. Todo condensó como una actividad real a principios del 2016; y fue entre el 2017 y 2018, en búsqueda de la formalidad y del tecnicismo, que hice mis estudios en fotografía. Y ahí me hice fotógrafo también para mis afueras.

Mi trabajo fotográfico está regado en varias redes sociales pero casi todo, diría yo, está condensado en mi página web. También mis textos.

Tomo fotos desde la felicidad. O, al menos, desde lo que a ratos se siente como un estado de comodidad con la existencia en el ahora. La tristeza, por supuesto, es más clara y contundente. Mis fotografías son un relato de los espacios y un relato de las personas. A veces juntos, también separados.

¿Qué exploro ahora? Sigo con las imágenes, sólo que en esta ocasión no son fijas: se mueven, hablan y suenan.

Como Felipe, que fue lo primero que escribí pero que no describí, soy investigador en salud global. Soy ingeniero y voy a medio camino de ser bioeticista. ¿Graduarse es ya ser o ya se es sin graduarse?

Mi cédula dice que soy Felipe, y a él no lo niego, pero me siento sobre todo lo otro: el otro. Alimento a Mista con Felipe y, ciertamente, Felipe es el reflejo de Mista: un objeto no finalizado de construcciones y especulaciones. Al final y al principio, mi yo, mi mí, en este yo que soy yo, reposa y excede lo primero que es lo último y lo último que es lo primero, en un ciclo de ser y devenir y mutar y fluir. No soy yo quien ha elegido: el hacer me elige y yo me dejo elegir. Como Felipe que eligió a Mista y fue finalmente Mista, el segundo, quien al primero, a este y ese Felipe, así creó.

¡

La nostalgia tiene un filo que más afilado está entre más reciente es. De modo que es el recuerdo del ya aquél que más corta. El viejo pasado se oxida, el lejano futuro caerá, con su peso de hacha, como la espada que atraviesa los cuerpos. Invisible.

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Te anuncia lo que te oculta
Te protege lo que te tapa
La marea donde la nada reposa
Donde tus ojos hoy miran.

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Se visitó de la forma y la desdicha, se vistió de las mañanas y los ríos de verano, de las cadenas del viento y los paseos de domingo. ¿Dónde estará el diamante perdido? ¿El reflejo de los días pasados que cantaban en la aurora y suspiraban en las noches? El horizonte se oscurece a cada paso y a cada paso se sumergen los sueños. Allá, al final del último final, alguien espera. El propio cuerpo que jamás se ha ido, la propia piel que todo ha vivido y que sabe de las lágrimas y que sabe del dolor. Todos han llorado. Todos han sonreído. En este silencio de cueva, el mundo parece ya no seguir. Pero sigue, continúa su marcha de roca gigante en el ardiente cosmos del frío infinito en donde todos somos y todo está. Vive su vida de piedra histórica sin historia, cruzando las distancias y empujando las telas del vacío. Un tiempo sin tiempo, un abismo sin fin, en donde flotan las vidas vivas y las muertes vivas, donde todo flota como los sueños y cayendo nada cae. Nada cae, no hay abismo y nada flota. Como un último sueño y la primera luz cuando despierta la conciencia del olvido y el olvido de la conciencia.