Por el cuarto, creo.


Tenía tantas ganas, tanto ánimo, tanto impulso.

Pero me ganó el sueño, la pereza, el cansancio y la borrachera.

Me tomo este último vaso (que no copa) de vino y me iré arreando gallinas a desempolvar el otro lado de la cama.

Ah que quisiera abrazarte y dormir respirando los olores de tu cuello.

Pero aunque estuviste, ya no estás.

He de soñarte de nuevo en otro vino y en otro yo.

Buenas noches.