La alegría sin himno.

Dije: Bien, feliz.
Me dijeron: Bien, me alegra.
Y yo dije: y a mí me alegra que te alegre pero más me alegra que me haya alegrado a mí.
Y me dijeron: Bien, me alegra.

La vida en la punta del alfiler.


Esta horda de sonidos, de colores, de texturas, de sentidos. Esta manada de manos, esta comunidad de rostros. Esto que llamamos vida. Esta que es la única que vivo. Que va como va y viene como siempre. Que sigue, que está. Como un río al infinito: de su propio olvido ya conocido. Como un suspiro. Como un latido. Como todo final que tuvo (o tiene, o tendrá) todo principio.