Desde Marzo de este año he iniciado una Maestría en Bioética -ética aplicada a la salud y en general a los seres vivos- en donde hemos analizado diversos temas de interés -y de controversia- en salud desde la perspectiva socio/antropológica, cientificista y filosófica. Algunos de esos temas han estado alrededor de la distribución de recursos en salud, nuevas formas de procrear, aborto, genética, eutanasia e investigación con poblaciones vulnerables, entre otros, y esta semana, en uno de los módulos de la materia Problemas particulares de la bioética, se analiza el uso que los seres humanxs hacen de los animales. Dentro de las múltiples lecturas, me gustó esta del filósofo Peter Singer profesor de la Universidad de Princeton, egresado de la Univ. de Melbourne y de la Univ. de Oxford, en donde él hace el siguiente comentario:
Ahí les dejo.
“A pesar de las diferencias obvias entre los animales humanos y los no humanos, compartimos con ellos la capacidad de sufrir, y ...esto significa que ellos, como nosotros, tenemos intereses. Si ignoramos o no tenemos en cuenta sus intereses basándonos simplemente en que no son miembros de nuestra especie, la lógica de nuestra posición se hace similar a la de los más obvios racistas o sexistas, que piensan que aquellos que pertenecen a su raza o sexo tienen un estatuto moral superior simplemente en virtud de su raza o sexo, y sin respeto por otras características o cualidades. A pesar de que la mayor parte de los humanos pueda ser superior en cuanto al razonamiento y otras capacidades intelectuales respecto de los animales no humanos, esto no es suficiente para justificar la línea que hemos trazado entre humanos y animales. Algunos humanos –los niños y quienes tienen severas disfunciones intelectuales– tienen capacidades intelectuales inferiores a las de algunos animales, pero nos sentiríamos escandalizados, y con razón, si alguien propusiera que infligiéramos muertes penosas y lentas a esos humanos intelectualmente inferiores con la finalidad de probar la seguridad de los productos que se compran para el hogar. Tampoco toleraríamos, por supuesto, que se los confinara en jaulas pequeñas y que luego se los carneara para comerlos. El hecho de que estemos preparados para hacer este tipo de cosas a los animales no humanos es entonces signo de “especismo”, un prejuicio que sobrevive porque es conveniente para el grupo dominante, en este caso ya no blancos o personas de sexo masculino, sino todos los seres humanos”... “¿Sólo los seres humanos, y todos ellos, deben ser protegidos por derechos, cuando existen animales no humanos que son superiores en sus capacidades intelectuales y tienen vidas emocionales más ricas que algunos seres humanos?”
Singer, Peter, Liberación animal, Madrid, Trotta, 1999, cap. 1 [pp. 37-59]. Disponible en: http://www.sociales.uba.ar/…/uploads/17.-Liberaci%C3%B3n-an…