Entangled


Decía para sí en una voz apenas audible:

'Se ve un cielo a mitad de ventana. La cortina verde que cubre aún retazos de cielo y algunos apartes de edificios allá en donde otros también miran. Hay nubes que cruzan el infinito cielo y el aire que, aun si descompuesto por el smog y la carga pesada de partículas ajenas y gases tóxicos, sopla. Sopla tenue. Sopla ya una sonrisa y la forma de tu voz. El cansancio se apacigua y se vuelve cosmos. Energía que renace del interior intangible, del abstracto de la esencia. En donde todo puede ser y estamos ahí retozando el desayuno y creyendo en universos infinitos que burbujean el Todo final. Se ve tu cuerpo invisible entrelazado. Bajo estas sábanas, con este café mañanero. La puerta cerrada que sigue abierta a ti. A los pasos que un día volverán. La piel a la que un día nuevamente llegaré. Nos separa la distancia que nada es. Nos une la trascendencia que todo espacio llena y sacude. Se ve el día de hoy y la forma de tu horizonte feliz".

Uno de esos domingos en que él se supo. De luz diáfana y con apenas unos pocos carros de fondo. Con lágrimas confusas entre la ausencia y la dicha de la existencia. Con un dolor que retorna ocasionalmente en alegría.

Le quedaba un suspiro y la más pura ilusión. Fe de lo plausible.