"No solo importa cuan efectivo es el resultado sino el conocimiento sistemático de cómo está hecho" se repetía a sí mismo.
'El punto finalmente es que todo experimento valioso pueda ser replicado en multitud de ocasiones y oportunidades guardando el contexto de cómo se hizo y para qué y que la comunidad científica -y hasta la no científica- pueda modelarlo nuevamente y para siempre hasta el final de los tiempos. Que ese mismo resultado les permita a varios hacer esas caras de ajá, sí, claro, mano que estrecha otra mano de satisfacción y hasta orgullo porque sí, en efecto, la cosa funcionó, y abrazos de fraternidad intelectual porque sí, no cabe duda, la joda esta da si se le mira por abajo y por debajo, por arriba, de medio lado, en diagonal, con pendiente de 45. ¡Funciona! Le funcionó a un sinfín de los muy-muy, estrellas faranduleras de la ciencia y la matemática, aunque, bueno, la matemática es otro parche, de verdad es que es otro maní, mejor dicho, es otro cantar porque ahí no se trata de amontonar datos y datos ni hecharle número a bases de información puesta gota a gota en espera de que la conclusión estadística sea la esperada, al contrario, el 'cuy' del trabajo es montar teoremas en caballo y que se demuestren infaliblemente. Pregúntenle al Fermat que le jodió la vida por décadas a una fila de güevas hasta que pin, salió el que con papel y lapiz, como todos, encontré el arito rojo. Chistoso, por ejemplo, andar con lanza mental y con ojímetro a la caza de esos neutrinos de mierda que como divas sólo sacan un dedo de cuando en cuando -una única vez cada miles de años- entre cúmulos enormes de hielo en donde fácilmente podrían caber todas las ballenas azules del mundo. Pufff el suicidio, la inutilidad y la paciencia infinita de sentarse a ver el pasto crecer, y digamos, verlo crecer en cámara lenta. Pero como hay gente pa'to'o pues yo también'.
En esas, con las manos aún rodeando el cuello ya rojizo por el estrangulamiento en esta noche de jueves y grillos, en la soledad varias horas río arriba de un terreno inmenso como Alemania cubierto de árboles y matas y maleza, habitado por no más de un centenar de personas de otra lengua y otro origen, se dio cuenta, como en un chispazo de Eureka con bola de fuego 1604, que su plan minucioso en este caso en particular tenía un pequeñísimo incoveniente: el resultado no podría ser practicado nuevamente, no habría nunca una oportunidad más de poder analizar el objeto de su interés ni de seguirle sus pasos. Nunca en lo sucesivo habría cómo nuevamente medirle cada uno de sus encuentros y formas, cada una de sus expresiones. Su voz, sus maneras, las redes de su aleatoriedad. Descubrió en la fiebre y en el mar de su pesadilla de carne y hueso que esa apretujada carne sólo pertenecía a ese hueso roto y que sólo se podía, como aún sólo se puede, 'perseguir, diagramar y matar un cuerpo amado una única vez'.