Sólo hay un modo para que mi Ser sea global:
La pertenencia y conciencia del espacio que ocupo. Del pedazo que soy.
Entender que pertenezco inexorablemente y que siempre me comunico.
Que sólo existe un posible lenguaje: el mío. El primero y único.
Que apenas hay una palabra y es la de mi conciencia
hacia esta existencia que es la Existencia toda.
Que es todo lo que soy.
No necesito otro idioma. No requiero moverme. Es incluso innecesario escribir. O hablar.
El espejismo siempre empieza cuando doy rienda al íntimo deseo de saciar mi curiosidad por las laderas que desconozo.
Pues ya las conocí. Ya estuve ahí. Ahí estoy. Sólo que no las busco en el último y fundamental recoveco de mis afanes y que llega y llegará con el último suspiro: en mí mismo.