Las ruedas de la vida

Ya casi cumplo 39 años. A los 33 aprendí a montar bicicleta, a los 35 empecé a aprender Alemán, a pesar de que voy a Alemania desde los 26, y a los 38 empecé un tratamiento de ortodoncia. Hoy, en pleno 2022 pandémico, tuve mi primera clase práctica de conducción de automóvil.
En Colombia, a los conductores novatos les dicen buñuelos, una comida típica decembrina; y un clásico chiste es que se le grite ¡un café para ese buñuelo!
Pues bien, yo sentía que hacía falta repetir la Navidad y la lista de los 10 más de Pastor López y todos los granitos de café que se miraran al espejo para ser muy grandes, porque yo, corriendo la silla de conductor hacia al frente tanto como la silla dejaba, estoy haciéndome joven a punta de ignorancias añejas y primeras veces. Estas canas de la barba llegaron por otro lado, pero se sienten de este.
La vida que, convoluta, le enseña a uno a destiempo lo que los totazos dirigen en el momento justo.

1 comentario:

José A. García dijo...

La muerte es lo único que nos impide de verdad seguir comenzando cosas nuevas. O tal vez no.

Saludos,
J.