Siguiente.


Y es que no va a ver un sitio disponible para él sino el sitio ocupado que nunca va a ocupar. Se quedará observando todo ese círculo cerrado al que no va a pertenecer. Rosca y anillo de alianza, club secreto que ignorará para siempre. Rasgando la puerta de entrada. Intentando mirar por entre las rendijas y los matorrales. Perdido en un cúmulo de frases y códigos ininteligibles. Armado de diccionarios en línea, en físico, en rombos verdes y azules. No le queda de otra que aceptar que ya no está. Que acaso si estuvo, es hora de dar la media vuelta y retornar a ese campo de luces en donde pelean caballeros dorados y las armaduras se enlazan en un sueño de comedia y de divinidad. Le queda por destino un aro de arena ardiente que tiene su nombre solo para él, para gente como él, para quienes ya fueron tasados tal cual como él. Habrá de sumergir sus penas y dolores y lamentarse hasta que el Todo supremo de burbujas universales se encoja entre un Kelvin infinito y se expanda con el frío absoluto separando átomos y corpúsculos. Sin más, la silla vacía de él siempre ocupada de ti.