Esto creo no haberlo contado nunca a nadie. Una vez, empezando el bachillerato, la psicóloga del colegio me sacó del descanso de la mañana porque ella tenía la sospecha de que yo podía ser súper dotado y entonces me hizo unas pruebas de inteligencia. Cuando acabé me dijo: "no, bueno, no". Y ya. Regresé al descanso sabiéndome lo que ya no era. Tenía 11 ó 12 años. Lecciones crueles de la vida.