Vigilancia. Un punto rojo que desencadena todos los patrones de los cuerpos y sus sombras. Un rostro que te ve mientras duermes bajo las cobijas, entre las puertas, entre cada átomo e incierto corpúsculo de aire aspirado, de calle y avaricia. Cuando mientes. Pero no cuando te mienten. Cuando eres el engaño y engañado. Quizás cuando mueres.