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Cállate, que te calles. Que ahogues los nudos de tus palabras. Que apagues el peso de tus labios. Que quemes cada gota de saliva. ¡Extingue lo tangible del mármol!.Cuece los tallos de eso que fuiste, porque no fuiste. O sólo eso que no quisiste. Rasguña las carnes, destruye las cenizas, apágate. Que te apagues. Cállate, y no te calles. Cede la cera del tiempo vacío, de las rocas vacías de alma, como tú. ¿Quién he sido yo sino el artífice de eso que no fuiste? Que es todo lo que eres. No eres. Eres no-ser. Y yo, entre tus mareas de no existencia, sosteniendo el peso de las montañas, cargando a quien carga, que soy yo, una nada. O la Nada.

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Gritó. O eso creyó hacer. ¿Qué es gritar para una planta? Se miraba a sí misma, sin ojos, ni sistema nervioso, y se sabía angustiada, adolorida de espíritu y tripas, podrida. Su espíritu de clorofila sólo podía derramar lágrimas y golpearse contra la pared del tallo. ¿Quién necesita acaso manos para darse contra el mundo? Para cortarse las venas. Seguro que las venas -unas, pues- habrán querido de cuando en vez cortarse las venas. Rasgarse las vestiduras. Poner Julio Jaramillo. Se agitaba como en el pico del pogo, como cuando nada el que mal nada, se ahogaba en las arenas, se asfixiaba en la prisión húmeda de las aguas. Invisibles, transparentes, reales. Fotos que son lo representado y no, y lo representado y el representante. Y no. Miraba al cielo pidiendo auxilio. ¿Por qué la desesperanza exige mirar al gran arriba o al muy adentro? Sus ojos de retina y metáfora, cada una de sus miradas y reflexiones, las células nerviosas que no eran y se miraban a sí mismas, reconociéndose otra cosa, sabiéndose disfraz de pero por dentro neuronas. Impávidas, inmóviles, eléctricas. Se percibían como la leyenda de la mata pensadora, de la mata con oídos afinados a "buenos días, ¿cómo amanecieron?", el mito jamás escrito sino en todas partes de las plantas clorofilescas que se sientan a escuchar con un vaso por entre la puerta. Porque así alimentan su chisme y su crecimiento vertical hacia el cielo tras la esperanza y la desdicha. Sus pensamientos, que nunca fueron mientras se pensaban, serían los últimos jamás para el sistema no nervioso. No asustadizo. No angustiado. Con la luz invisible de la infinita oscuridad. 

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Si todos los días son el día de la mujer, entonces ningún día es el día de la mujer.
¡Feliz día de la mujer!
Somxs su lucha, su fuerza y su sabiduría.