16 de mayo de 2010

Aparece.

Qué silencioso este cuarto.
Qué obscuro.
El viento, que apenas si pasa, se filtra un poco por entra las ranuras.
Miro la cortina cerrada por el afán. Los platos a medio limpiar.
Los libros.
Acostado susurro tu nombre.
Y espero tu regreso.

Cuántas calles que no comprendo.
Cuántas lenguas que no distingo.
Cuántos rumores de un futuro incierto.
Cuántos soles.

¿Dónde estás, qué haces, en qué sueñas, a quién hablas?

Yo hago de este domingo un sonido con el último punto.
El martillo sella en el tiempo este diáfano clavo.

A través de los túneles remotos, corro y te alcanzo.
Cruzo distancias erróneas.
Y me recuesto en ti y sonríes y mis ojos encuentran finalmente descanso.

Háblame.
Cuéntame historias de universos y poetas. De canciones y diademas.
Cuéntame tristezas calladas.
Cuéntame el pasado de todos los números.
Cuéntame todos los destinos y todas las mareas.

Sé este silencio.
Sé hoy en estas palabras.