Los arroyuelos tienen la forma de cada uno de tus cabellos.
Rubios los soles y cada puesta de sol.
Los vientos que soplan las hojas en el suelo. El canto nocturno.
En el azul profundo dentro del horizonte.
En la verde pradera húmeda en las mañanas sumergida en el rocío.
En la tierra fértil que empuja la vida donde no hacen falta ojos.
Laboriosa la hormiga, palpitante el caballo.
Mariposas que despejan toda duda de infortunio.
Ahí, sonriente y sentado: estás tú.
Ya te extraño.