Los trescientos sesenta y cinco que se fueron, están. Quizás deba sumarle unos, quizás deba restarle unos cuantos más.
Me miro feliz mientras duermo mis días
y camino sonriente las plazas de las calles.
Recojo papeles viejos. Zapateo.
Se torna en un musical colorido mis suspiros.
Las baldosas no son ya frías.
Llueve cálido.
Soplan los labios primeros el viento refrescante.
Camino asido de una mano.
Me agarro.
Me sostengo.
Te acaricio.
Los arroyos salpican vida
y las hojas silban canciones alegres.
Te tengo teniéndome.
Te extraño escribiéndote,
porque no te miro teniéndote.