Viernes tres con cero

Rojas son tus calles. Grises siempre todos tus cielos. Nunca sonríes. Se te acumulan en tornados cada uno de tus gritos. Y nosotros, como piedras, como monolitos, a penas si te imaginamos. Acabarás primero cada cajita de oxígeno en este mundo, antes que yo decida abrir un ojo para no mirarte.