Cuántas


Y yo te puedo imaginar a ti leyéndome a mí y acordándote tú de ti. Y yo te leeré y me verás leyéndote y me veras viéndome a mí: recordándome en las letras que un día tú escribiste. ¿Te animas a vivir en un mundo de espejos? Contigo preferiré ver el reflejo de aquello que imaginas cuando ves el mío. Veo aquello que proyectas y ahora quiero ver la proyección de eso que reflejan las ondas que tu todo rechaza. Quiero perderte en el reflejo infinito de una habitación tapizada de cristales lisos. No te pares enfrente. Déjame observarte con la espalda. Con los ojos confusos de tanto verte en todas partes. Ni tampoco apagues la luz que ilumina esta cueva hija del cuarzo. Intentaré no dormir. Y aun si me vence el cansancio y la sangre del cuerpo, aun si la fuerza del piso me empuja sobre su regazo, soñaré que te puedo imaginar a ti leyéndome a mí y tú me soñarás acordándote tú de ti y de mí soñándote en esta intersección de burbujas flotantes.

Aislar


Me privaste de sensaciones.
De una luz que quemara mi rostro.
De un sonido que invadiera el aire que respiro.
De un espacio finito que pudiesa palpar.
Me dejaste en un cuarto cuyas paredes son mi propia piel.
En donde estoy conmigo y a nadie puedo hablar.
Me desaparezco sin saber si sigo vivo.

¿Cómo doy cuenta de mi existencia?
¿Qué podría indicar el punto de mi yo en un aquí y en un ahora?

El encierro y el olvido.
Una noche infinita sin estrellas en el infinito temporal es ahora mi universo.
Pequeña área sin registro que navega inúltimente mi conciencia
intentando dar un mapa físico a esta cama en la que me recuesto.
A este piso y esto que parece una puerta sellada.
Siento que me encuentro entre la intersección de vivir y de estar ya muerto.
Y retorno a mi memoria y alguno de mis sueños
buscando el reto del oasis inasible
que aparece en este desierto de penumbra absoluta y silencios.
Me atacan mis nostalgias.

Suena un piano y una flauta.
Las orquestas todas retumban dentro de mi cabeza
acosándome por renacer más allá de mi cuerpo.
Un pitido constante,
ruido acumulado de todo aquello que pudo sonar en mi pasado.
Me acosa y me persigue y no puedo sino golpearme
contra las paredes rogando por orden sonoro o de nuevo filoso mutismo.
Mi mente busca manifestar a sí misma el mundo.
Crear un saco de señales en el cual pueda introducirme y asfixiarme.
Y se detiene y vuelve. Me despierta cuando estoy despierto.
No sé cuánto tiempo ha pasado ni cuanto habrá de pasar.

Ahora puedo ver luces en esta ceguera inducida.

En segunda persona.


Aquello que soy yo cuando me puedo ver a mí mismo.
Ahí en dónde está mi yo cuando soy los ojos de un ser que mira mi cuerpo.
Separado de mi carne, juzgo el acero filoso sobre mis venas en un brazo que no me pertenece.
Ausente de esta escenografía en la que he estado siempre inmerso.
Acaricio a dos palmas mi espalda.
Pues es este yo el que toca mi piel y esta piel ajena que toco.
Me he puesto otros ojos y otro espejo.
Y con ellos un yo que elude los sonidos y las carnes que sostengo.
He visto cómo ver en otro rostro
y me he visto sentir en otras manos.
Toqué mi labios con otros labios
y me sentí besado por mí.
Converge en cada yo dos mundos
que se diluyen en un sistema.
En una estructura de sensaciones
a las que yo llamo yo.
Hubo un instante
en el que el reflejo de mí mismo
era alguien más.
Y la conciencia de mí ser no existía.
Hay un ahora que cree decidir el disparo
cuando eso otro que también me abarca
ya ha optado por disparar y a qué
y el porqué.
Eras tú quien poseía en ese entonces.
Eras tú quien sostenía el arma.
¿Fueron justo ahora tus labios?

96


Hay dolores que me humanizan.
Soy este murmullo que grita.
Este río que se apaga.
La sangre que fluye de la herida.
La cabeza rota y la fruta amarga
Hay dolores ajenos que me pisan.
Mientras tanto,
me callo atrapándome en una sonrisa.
Todas las noches mientras dormir intento
aparece la penumbra afilada
y me escondo bajo el peso de la piel
y el párpado.
Y ahí te escucho, que llegas y arrancas mis nervios.
Y los estiras.
Porque no me queda sino este adentro
en donde el cuchillo y el diente habitan.
Hay dolores.