Sigue, pasa, se da. La sombra nos persigue. Te persigue. Te mira con los ojos abiertos. Y parece que te quiere comer. Pero no quiere. Sólo está atada sin así quererlo. La luz nos huye. Pero es hacia a ella a quien siempre nos dirijimos. Quizás porque la vida es sobre todo un discurso de los dolores. Aveces, las menos de las veces, se es alguna vez feliz.