Siempre que me preguntan que si sé algo de música cuento que estudié piano (era una organeta pequeñita de las de regalo de Navidad para niños) y que también estudié instrumentos de viento (la flautica dulce de toda la vida que costaba lo que un portaretrato cualquiera).
Que me pongan a bailar...
y ahí si verán cómo me tropiezo con mi propio pie.