Y yo te puedo imaginar a ti leyéndome a mí y acordándote tú de ti. Y yo te leeré y me verás leyéndote y me veras viéndome a mí: recordándome en las letras que un día tú escribiste. ¿Te animas a vivir en un mundo de espejos? Contigo preferiré ver el reflejo de aquello que imaginas cuando ves el mío. Veo aquello que proyectas y ahora quiero ver la proyección de eso que reflejan las ondas que tu todo rechaza. Quiero perderte en el reflejo infinito de una habitación tapizada de cristales lisos. No te pares enfrente. Déjame observarte con la espalda. Con los ojos confusos de tanto verte en todas partes. Ni tampoco apagues la luz que ilumina esta cueva hija del cuarzo. Intentaré no dormir. Y aun si me vence el cansancio y la sangre del cuerpo, aun si la fuerza del piso me empuja sobre su regazo, soñaré que te puedo imaginar a ti leyéndome a mí y tú me soñarás acordándote tú de ti y de mí soñándote en esta intersección de burbujas flotantes.