¿Dónde están? ¡Aquí! ¡Aquí! ¿En dónde que no los veo? ¡Aquí! ¡Aquí!
En dónde, carajo. Que no veo nada y apenas si las escucho. Ustedes parecen esos fantasmas de la maleza que entre más cerca se oyen, más lejos están. No se me pierdan que necesito de sus bocas y cabezas para pensarme. No me he mirado en tantos días...
¿Cuánto dura un día? No he visto ni siquiera el reflejo de mi cuerpo sin extremidades en una pupila. ¿Cómo se encuentran ustedes cuando se necesitan? Yo no sé ya ni el camino de regreso a mi casa. Todo está tan nublado y el camino que creo verlo amarillo perdiéndonse entre esas rejas de madera allá a lo lejos detrás de ese inmenso árbol verde que ¿me mira?
Creo verlo caminar. Dios, Dios. ¡Veo caminar un árbol! No puede ser que ustedes que me gritan "¡Aquí! ¡Aquí!" sean estas flores que sonríen con dos ojos, uno azul y otro morado, y bocas armadas de pedazos de zanahoria y unos bracitos diminutos que no son más que hojas verdes.
No, por favor. No. No se cojan de las manos entrelazando los dedos. No se saboreen. ¿Están cantando acaso? No me digan. ¡Cállense! ¡Cállense!
No quiero mirar la vaca. Está con esa capa roja y un tenedor ardiente en ese rincón junto al bebedero donde la gata habla dormida. ¿Es eso alemán? Y creo que la gallina está molesta y con toda razón. No hace sino darle de codazos y hacer esos sonidos de queja como los que la gente vieja hace por indignación. Pobre. Mañana va a tener un día de trabajo extenuante pujando huevos de ocho a cinco y haciendo cuclillas sin parar. Y con eso que la cafetera se dañó...
El pasto suena mientras lo piso. Se queja, de hecho. No es una onomatopeya del zapato que aprisiona la pradera. No. Le duele. Dice ay, ay, ay cuando piso una vez y la segunda y la tercera. ¿La tierra? ¿Es esta tierra la que se me sube por entre las piernas?
No puedo moverme. Se me han atascado las piernas hundidas en esta especie de fantasía que veo tan real, tan ahora, tan coherente con los cristales que brotan de mis ojos. Sudo cerveza. Moja las fibras de cabuya que desparramadas por mi frente hacen mi cabello. O mi caballo. ¿Son estas patas de caballo? Bien pueden ser pezuñas.
No veo bien. Bien que sí veo lo que no sé si debería ver o debería verme aun cuando es inerte. El río suena. El agua que cae simplemente suena. ¿En dónde están? ¡Aquí! ¡Aquí!
Ya tengo miedo de esta botella. Está completa y está abierta.
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