Dos cervezas grandes para celebrar que hoy, es hoy. No pequeñas. Acumuladas en mililitros de necesidad de danza y cantos desafinados. De gritos y abrazos. Sudor que recorre las frentes y los cuellos de quienes beben la noche o el día de la fiesta y el jolgorio. Quizás la lujuria.
Por hoy, que no es mañana, me dejo hundir en la malta y todos los destilados. Hay música de fondo, la soledad abunda. Espero a que llegue quien espero que llegue. Con sus besos y abrazos. Con sus letras y palabras de un idioma lejano pero cercano: el mío.
A derrumbar la casa y echar las sábanas por las ventanas. Toda la comida ha de consumirse y las frutas han de acabarse. Sólo nos queda esta noche con sus luceros borrachos. Se derrama el tiempo por entre las paredes del patio trasero para tomarse a sí mismo y enlagunar de carnaval esta costa.
Por la luz que en unas horas se esconderá levanto la lata y la copa. El vaso y el cuncho. Porque te tengo entre mis manos. Así.
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