Tenía tantas ganas, tanto ánimo, tanto impulso.
Pero me ganó el sueño, la pereza, el cansancio y la borrachera.
Me tomo este último vaso (que no copa) de vino y me iré arreando gallinas a desempolvar el otro lado de la cama.
Ah que quisiera abrazarte y dormir respirando los olores de tu cuello.
Pero aunque estuviste, ya no estás.
He de soñarte de nuevo en otro vino y en otro yo.
Buenas noches.
2 comentarios:
conozco esas resacas benditos sean los olores que emanas!
Uy ni me diga, yo las conozco y ellas me desconocen porque las olvido cuando borracho de ellas me acuerdo de nuevo.
No queda cuello ya. No un palmo siquiera de sombra.
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