Por el cuarto, creo.


Tenía tantas ganas, tanto ánimo, tanto impulso.

Pero me ganó el sueño, la pereza, el cansancio y la borrachera.

Me tomo este último vaso (que no copa) de vino y me iré arreando gallinas a desempolvar el otro lado de la cama.

Ah que quisiera abrazarte y dormir respirando los olores de tu cuello.

Pero aunque estuviste, ya no estás.

He de soñarte de nuevo en otro vino y en otro yo.

Buenas noches.

2 comentarios:

SACHA dijo...

conozco esas resacas benditos sean los olores que emanas!

Mista Vilteka dijo...

Uy ni me diga, yo las conozco y ellas me desconocen porque las olvido cuando borracho de ellas me acuerdo de nuevo.

No queda cuello ya. No un palmo siquiera de sombra.