En mis clases, varias veces, me ha tocado aclarar, entre las medio risas que puedo ver, y porque además me lo han dicho directamente, que no me quedé pequeño por no comer carnes ni huevos ni queso ni todo lo demás. ¿Qué acaso no conocen personas pequeñas que comen todos los días carnes o huevos o queso o todo lo demás? ¿Y no pueden imaginarse una persona alta que poco o nunca come carnes ni huevos ni queso ni todo lo demás? ¿Qué dirían entonces de los holandeses y alemanes que son veganos y son, a todas luces, más altxs que media Colombia?
Recuerdo grupos de conversación académica sobre aborto, sobre eutanasia, sobre donación de órganos, sobre género, sobre, en fin, temas que se perciben por algunxs, álgidos y complejos, y en esos temas podíamos hablar a nombre propio; pero cuando se trataba de los animales, tocaba en juegos de rol. "Pretenda que usted defiende los derechos de los animales" ¿Así de difícil es tomar una posición de algo tan obvio? Además el rol debió ser: "pretenda que usted defiende los derechos de algunos animales", porque seguro que defienden con armas y a puños a todos los michis y a todos los firulais.
He tenido estudiantes que me han dicho, en plena clase, que cualquier compañerx nutricionista argumentaría a favor de la importancia del consumo de las carnes y de los huevos y, en fin (de aquí en adelante sólo diré "todo lo demás"), y tengo que sacudirme la cabeza porque, si un nutricionista o no nutricionista encuentra la suficiente y adecuada evidencia científica que indique inequívocadamente que sí o sí debe consumirse todo-lo-demás todos los días, que dé un paso al frente ya, porque tendrá que dar como 10 para atrás, una vez hagamos esa revisión de evidencia de la que hay incontable que dice justo todo lo contrario.
Y he tenido conversaciones en donde se me ha señalado que no podemos pasarnos simplemente a comer tofu y productos de soya porque la soya es un gran problema, cuando la mayor parte del cultivo de soya es para, adivinen, todo-lo-demás. Es que una buena parte de la invasión del planeta es para todo- lo-demás. Especialmente cuando dos terceras partes de la tierra dedicada a la agricultura es para la industria de todo-lo-demás. Pero, ah, ojo, además, hay un requete montón de gente que no come ni todo-lo-demás ni lo demás. Gente que pasa hambre mientras a usted, ese pedazo de muerto que compró del corrientazo y que no se comió, se le daña y le toca botarlo. ¿Por qué es tan difícil de interiorizar lo que no tiene otro modo ya de verse? ¿Qué es eso aquello que nos ata tan poderosamente a algo tan claro, tan obvio, tan evidente?
Sin mencionar el impacto que todo-lo-demás tiene en el cambio climático, en el destrozo monumental del Amazonas, en las emisiones de CO2, en el uso excesivo de fertilizantes que han alterado el ciclo del nitrógeno y el fósforo, y en cada uno de los 9 límites planetarios.
Y no, no es la solución a todos los problemas, obvio. Ni tampoco es el origen de todos los males, ¿quién está diciendo eso? Ni tampoco el aporte único e individual haría la gran diferencia frente a las grandes industrias y los gobiernos mediocres, por supuestísimo. No se requiere de grandes matemáticas para esa conclusión. ¿Qué es una persona a 8000 millones que somos en este planeta? ¿Qué es el 0.4% del aporte de Colombia frente al producto interno bruto global, que nos dice harto sobre nuestro impacto al planeta, frente al 25% del de Estados Unidos, el 15 de China y el 25% de Europa? No se necesita un cálculo con macros en Excel ni un código magnánimo en Python para saber que es ínfimo, ¿pero entonces el marco moral individual no cuenta? ¿No hay una voz adentro, una voz deontológica, que algo grita y es que nos mentimos y nos engañamos para seguir hablando de lo impredecible del clima con un hamburguesa doble de todo-lo-demás? Entonces dado que las grandes corporaciones roban más que cualquier individuo de a pie, ¿valida que el individuo de a pie robe? No me puedo imaginar semejante conclusión.
¿No es un poco extraño que los perros y los gatos sean ángeles y las mamás osos sean maravillosas cuando llevan en fila a sus ozesnos y las ballenas sean espectáculos de la naturaleza, pero ese churrasco con chimichurri, esa pechuga asada, esas costillas de cerdo, no? No puede ser que ahí no haya una contradicción. ¿Cómo puede ser que haya humanólogos, como los llamo yo, que trabajan en la lucha contra la migración forzada y que les duela las comunidades indígenas y que les preocupe esta gente y aquella y la otra, pero no les inquiete que ese consumo todos los días, dos veces y hasta tres veces al día, hace parte de aquello de ese mal que precisamente a mucha de esa gente perjudica?
Es extraño, extrañísimo. Máxime cuando hay semejante cantidad de personas sufriendo por enfermedades no comunicables, pero aún en los congresos donde se discuten estos temas, se sirve, adivinen, todo-lo-demás.
Y finalmente, el último recoveco que escucho, es que de dónde saco esos datos, que yo cómo sé que esos datos son así, que pueden estar amañados, y ser mentira y ser tramposos, y que me los invento o se los inventan esas organizaciones de gente loca y hippie que no tienen más que hacer, y que en vez deberían preocuparse por las cosas importantes...y sí, claro, clarísimo, todo puede ser mentira, todo puedes ser la ¡matriz!, ¿puede usted comprobar de forma sistemática que es mentira para su región y todas las regiones de este casi-peladero que es en donde los humanos vivimos? ¿O puede comprobar que lo que sí cree que es lo es para todo el mundo y para todo lado? La pregunta sería, ¿acaso cómo cree lo que cree? Ese es un recurso muy raro porque, cuando salen los datos de cosas negativas, como el desempleo, como la inseguridad, como cualquier evento horroroso, entonces ahí sí es más probable que me digan: obvio, lo sabíamos; es que, claro, todo está peor...
¿Cómo? ¿Pero entonces esos datos que están conformes con sus expectativas no son amañados, pero los que no están conformes, son raros y que hay echarles un ojito otra vez?
No puede ser.
En fin, me voy a dejar remojando las lentejas porque no tengo olla a presión y, así es la vida, con ello consumo más energía y resulto aportando, en pequeñeces de este pequeño que soy yo, a un problema de muchos problemas del problema máximo que es el así existir.
¿Qué esperaban? Acá yo humano, demasiado humano.
En fin y fin.
1 comentario:
El problema, a mi ver, es cuando otro quiere imponer una forma monolítica de pensar y/o sentir y/u opinar y/o hacer a los demás sin atender a que es natural y hasta deseable que existan las diferencias. Si fuéramos todos 100% iguales en todo, la vida sería muy aburrida.
Saludos,
J.
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