De eleves
Hoy me enojé con los ascensores porque aparentemente ninguno funcionaba y estaba yo, ahí de pie en el piso 10, espere y espere definiendo si me iba a tocar bajar por las gradas todos esos pisos para luego tener que subir por las gradas y contra la gravedad todos esos 10 pisos, cuando me di cuenta que se me había olvidado apretar el botón y que la tecnología no había evolucionado tanto como para adivinarme el pensamiento. Lamenté no vivir en ese futuro y me disculpé con los ascensores. Ellos no tienen la culpa. Es un edificio viejo.
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4 comentarios:
Siempre es necesario (y terapéutico dirían algunos), culpar a alguien más de nuestros errores, aunque más no sea a un ascensor viejo en un edificio antiguo.
Saludos,
J.
Y a veces es la electricidad (su falta en realidad), la carencia de mantenimiento, la desidia de los consorcios o de los constructores o esa mala costumbre de vivir en planta baja.
Que no, que todavía no hay aparato que lea la mente.
Saludos mon ami!
J, pues sí. El ascensor no me puede denunciar.
Etienne, bueno, la verdá era que funcionaban y sólo faltaba el componente humano que a veces se me olvida que me toca a mí.
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