Esto creo no haberlo contado nunca a nadie. Una vez, empezando el bachillerato, la psicóloga del colegio me sacó del descanso de la mañana porque ella tenía la sospecha de que yo podía ser súper dotado y entonces me hizo unas pruebas de inteligencia. Cuando acabé me dijo: "no, bueno, no". Y ya. Regresé al descanso sabiéndome lo que ya no era. Tenía 11 ó 12 años. Lecciones crueles de la vida.
1 comentario:
Esa mujer merece arder en el infierno por el resto de esta eternidad, y la siguiente también.
Y si no hay infierno lo creamos sólo para ella.
Saludos,
J.
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