vlkh438

Cubren las sombras y los universos irreales que creo en estos espejos de la distancia y de los mares vacíos y ya sin sal. Me piso con mis propios pies y los visto de lo ajeno para parecer que no soy yo y quizás odiar, y quizás explicar que los puentes no existen o que están rotos y que siempre lo estuvieron. ¿Qué teatro se cocina al otro lado donde las alfombras se cuecen y los cubículos separan lo continuo? ¿Qué soy yo para la otredad? No puedo verme viendo, no puedo verles viéndome. Escondido en el corazón armo a pedacitos tormentas que sólo yo veo, construyo enemigxs que sólo yo conozco, trazo sogas en las paredes y cárceles de viento. Se me dijo que soy el condenado y el verdugo, se me dijo que la daga hiere al oponente y al portador. Yo, que veo mis ropas arder, me río de la gloria perdida, a veces lloro, y miro hacia al frente, como quien mira el abismo, donde no queda sino el olvido y esa rendija mágica en donde nada es y nadie está. 

2 comentarios:

Etienne dijo...

Solo queda mirar más allá del muro, saltar ese obstáculo sin tener en cuenta el qué pensarán porque no viene a cuento, porque todo les dará motivo para hablar. Solo queda prender la hornalla y mezclar los ingredientes de memoria, que la receta les sirve para empapelar sus ocultos motivos. Solo abriles el placard y que elijan, que el guardarropas no tape la verdad de la milanesa.
Abrazo amigo!!

José A. García dijo...

Quizás odiar, no. Irremediablemente odiar.

Saludos,

J.