Esta noche de silencio recuerdo a Rubén Darío que bien supo decir lo que hemos sabido siempre pero que no hemos podido decir igual. Este poema me lo memoricé cuando tenía como 11 años y cada tanto viene a mí completo a recordarme el peso de la incertidumbre (de saberla) y la carga inevitable de lo que quisimos que fuera y no fue y lo que quisimos que no fuera y fue:
"Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!…"
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