Hoy son mis años treintaicinco. En la barba ya tengo canas, me dejan roto las caravanas y al otro día en las mañanas no puedo dar ni medio brinco.
Hoy miro hacia el frente y hacia atrás también miro. Calculo ya mi siguiente tiro. Corro, doy la vuelta y giro. Quieto, firme, contundente. Hoy dejo de ser y quizás soy. Dejo de suspirar y tal vez voy. ¡Al mañana que no será hoy!
¿Quién seré sino el silencio? Las calles del olvido, el cuerpo adolorido, lamentos y quejidos. Voz sin vos, garganta y tos Ruido en firme silencio. ¿Quién seré sino la luz? Cuando cansado, río; cuando feliz, lloro; cuando soy yo agua del río, cuando fluyo entre mis poros. Viento libre, rendija de luz.
Son todas las sombras, son muchos los miedos. Hay penumbras y ruedos, mentiras, falacias: ¡remedos! Todo lo que no se nombra
Son todas las caricias, son todas las delicias de la inesperada fiesta que sí se presta a la fuerte risa, a disfrutar sin prisa, a olvidar también, a recordar el tren que ya se fue y no se ha ido; que si un día fue ya se me ha perdido.
Hoy son mis años treintaicinco. Sí, de cuerpo incompleto; sí, de altura a medias; ¡Repleto calvo esqueleto! Aventuras y hasta tragedia. De peldaño en peldaño, incluso a veces sin cinco, hoy son estos mis años: ¡se amontonan treintaicinco!
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