No quedó sino la bruma.
(O el café cargado)
Se fueron las manchas
y los restos de las ollas.
Un murmullo por las ventanas
o las casas
o las mesas.
¿Quién soy yo sino la rendija:
el corredor de las montañas?
Yo que no camino,
yo que no respiro.
Hay telas colgadas
y ganchos sin ropa.
Pedazos de cuerpos invisibles
Pedazos de mí
que nadie soy.
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