Cada aliento es una patada en guerra,
todo paso es con sudor y martirio.
Y uno que al dinero se aferra,
como un loco enfermo en delirio
cual cachorro hambriento a la perra,
no hace sino prender cirio tras cirio,
para no comer del plato más tierra.
El dinero llega ya y luego vuela
con la duración minuta de un suspiro.
Quien va al cajero y hace el retiro,
ignora que su bolsillo todo lo cuela.
¡Ay del zapato la rota suela!
¡Ay de la tarjeta el sobregiro!
Soy yo quien comprando yerra.
Soy yo quien comprando,
al son del capitalismo y su mando,
al son de ponerse en ese bando,
monta a pedazos la cajuela,
pone el cerrojo a la escuela
y enterito cojeando se entierra.
La deuda a la esperanza destierra.
Vida triste, vida pobre, vida perra.
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