Parece indicado que las sobras sobren.
Que la carne podrida esté en todos los platos vacíos entre gusanos
y yerbas viejas agotadas de tanto esperar que las fumasen.
Parece lo correcto agotar hasta las lágrimas
y patear las sonrisas con cada orín de cada humano
en un festín final de sangre y río y sombra y llanto.
Parece que nada aparece frente a las ventanas rotas
ni con las putas cansadas ni en los disfraces de corbata,
quizás en la sopa vomitada en el almuerzo de trabajo.
Ni hoy ni el Domingo.
No en los feriados de soledad y sin agua,
ni tampoco en los Lunes fríos de lluvia en el bus que no avanza.
Mucho menos en la axila con chucha del de al lado.
Parece que todo perece
pero sobre todo parece que no quiere morir ya.
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