Viernes que duelen. Viernes que arrancan y filtran entre heridas ya existentes cada rostro apacible, cada suspiro feliz. Queda un cuarto vacío y un grito. La sombra de algo que puede ser. ¿Cómo dar nombre a lo que avergüenza? ¿Cómo mirar el cuerpo herido, la voluntad mancillada?
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