Tangente.
Al mismo tiempo y en el mismo lugar. La ubicuidad. El pertenecer. El desaparecer. En un mundo que creemos determinista, en donde no dudamos que el tiempo es apenas una línea en donde lo que viene ha sido predispuesto por lo que ya pasó, en ese entorno en el que armamos reglas y reglamentos, políticas y estrategias, cuadros de entradas y salidas, indicadores de impacto y herramientas de monitoreo, evaluación y análisis, en esa misma casa en donde nos miramos frente al espejo olvidando que ese ahí no soy yo sino una representación de mí y que yo soy una representación de mí mismo, de la forma en que he configurado la participación en mi realidad y en las realidades en las que participo cuando de mí se habla o, mejor, cuando soy el percibido. No puedo sino escuchar mis pensamientos y no sé si los demás escuchan los suyos (quizás algunos los míos) y ¿en qué tono? ¿en qué idioma? ¿cómo bailan tus palabras, de qué forma pronuncias las frases y argumentas tus miedos cuando te hablas? El universo está en soledad perpetua minutos antes de tú dormir. ¿Un cuerpo abrazado a ti? Abrazas un cuerpo en donde la dureza de la piel es apenas una imagen fugaz de algo que no está. No puedo no estar aislado y huir de mi existencia y al mismo tiempo existir. Soy vacío de materia, soy una energía condensada que se deshace entrópicamente degradada en una ciudad que identifico propia y de la que casi todo desconozco. A nadie conozco. A unos cuantos. Es inexorable el paso de este río. Se evaporarán las estrellas y consigo un Todo de formas definidas. Me evaporo y me miro y me miro y no puedo aceptar que deba lo inevitable ser aceptado. No puedo tomar como propio lo que no puedo negar como extraño. No es la infelicidad, es la extraña certeza de tener esa certeza. Y la incertidumbre. Y el miedo. Los códigos y todas las metáforas. Tus analogías de señora vieja, de hombre que camina, de niño que juega, de mamá, de papá, de hermano, sobrina, cuñada, amigo, vecina, extraños seres fuera de este cuarto y más allá de los límites ciertos y hasta de los inciertos. Tus fantasmas y representaciones de creer que puedes opinar y tener razón. Que vale y es necesario aveces escucharte, quizás amarte. Yo invalido toda existencia y le echo el lodo de la condena de hielo a toda presencia. Nada me saca de mí: ni siquiera la ausencia. ¿Paciencia? No. El futuro es uno y es un no futuro.
De tu música
Y dejar así que las notas suban y bajen y tracen los senos con todas su curvas distantes de radio viajando por el espacio y todos los valles verdes y cadenas de montañas cubiertas de nieve y vida en la sombra de un planeta lejano allá en donde rojos son los caminantes que esperan ser filmados para las sombras de la posteridad humana perdidos en el miserio infinito del barrio inmenso que se avecina lleno de galaxias y nebulosas y perfumes y un cuello redondo que baja por tu cuerpo y por cada racimo que de ti pende en la llamada de una lengua sedienta o de un cascada tibia en la que puedan sumergirse y enumerarse todas las fotos de piscina de una mañana de domingo de una niñez ya perdida y sumida en una vejez de retratos fortuitos de gente ya olvidada de puertas y decoraciones y mesas de centro.
Dejar así que sea la música que escupen las ranas y que soplan las tubas por los túneles de gusanos de seda confeccionando vestidos eternos de redes y torturas e historias de guerras y espadas y una ánfora de agua contenida en la mitología cayendo en la cabeza del dios del futuro y dando en el golpe de un gople el pie al sonido que empujará a la muerte a todas las miradas de noche y nostalgias de todos aquellos que un día se perdieron en su propias ropas y se encontraron así sin más como escrito en la sangre que de todo nada quedará y que sólo hay esa mirada tierna de alguien a quien llamaron 'tú' y que tiene en infinitivo cuando no ve y que sólo hace el presagio funesto de un vacío lleno de preguntas vibrando en el silencio y purismo del secreto infinito que callan todas las bocas y que no saben lo que callan y que soplando abren el camino paralelo a un Todo de corpúsculos y átomos arreglados en fórmulas distintas y leyes de vida que conformen un 'yo' que no exista o un 'tú' que ya existió.
Porque existes. Si existo yo.
Y nada debe tener sentido en estas letras. Excepto tú.
Me cargo confuso. Excepto tú.
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