Me ahogo.

Se hundía. El agua a pocos centímetros de su cuello subía lentamente. Un minuto necesario para avanzar una uña meñique de distancia. Pudo pensar en su pasado. Tuvo tiempo para recapitular viejos recuerdos. Algunos perdidos entre la maleza de la nostalgia. Algunos sin embargo maravillosos: besos, sonidos, olores a mango en la mesa. Todo se iba en una cubeta a medias. Los que amaba. Esos rostros que dejaría y quienes se disolvían como la sal en la desesperación y la taquicardia. Respiraba agitadamente. No podía concentrarse más. El agua lo alejaba en este punto de pensamientos particulares o largos o concisos y se encaramaba a él como una babosa cubriéndolo todo. Sentía cómo la nada y la muerte expresadas en líquido diáfano le abrazaba inesperados recovecos enredándole las piernas y el torso en una tela de seda que apunta a encerrar al gusano. Finalmente se conectaron todos los hilos y tejidos poniendo llave y candado para siempre en ese cascarón. El manantial de vida lo mató.

Yas.

¿Entiendes? Le dijo

Bueno, entiendo con una claridad de miedo, diría yo, en una aproximación asintótica a la iluminación académica, mejor dicho, entiendo que el asunto es considerablemente bien complicado. ¿Cierto? Le respondió. –ella 1-

El tema, la verdad, es que en este preciso caso lo menos esperado es lo que, de hecho, pasó. En esa medida, tú vislumbramiento -que ni de la espada del Augurio-, es, claramente, posible, pero es sobre todo, y esto sí que viene al caso, plausible. Le enfatizó. – ella 2-

Entonces creo que debiste preguntarme si te explicabas tú correctamente. Porque asumiste que tu modelo estructural de lenguaje debía ser apenas el mismo o un poco menos que eso. ¿Me explico? Le preguntó. –ella 1-

Es cierto, me explico no dándome a entender cuando infiero que tus axiomas son los mismos. ¿Te explico? Le respondió una pregunta con otra pregunta. –ella 2-

En la ubicación.

"¿Qué me voy a poner a hacer? ¿Queda acaso algo más para este silencio y este frío y esta ausencia?" No supo qué decirle. Sentía que había sido todo un error, un malentendido. Que no era simplemente lo que él creía. Una historia increíble. Una excusa. "¿Qué?" Apenas murmulló: "no sé".

48

¿Cuándo pasa el tiempo? era lo que a oscuras en el corredor del edificio ella se preguntaba el día 48.

En 4.

"¿Qué será de las sombras cuando yo me vaya?" Se preguntaba enredada entre rocas de azúcar, escondida en una grieta de dos centímetros, detrás de la cómoda, a cuatro patas, mirando a todos lados, en la negra noche, una cucaracha.