Y ya llega el Ocho pues se fue el Siete.
Miedo me empieza a dar cuando se me borra el casete.
Y se me mezclan recuerdos de coloretes.
¡Me he levantado con ganas hoy de un filete!
Eso sí, sé que el motivo es, de hecho,
y hay que meterle pecho
pero sobretodo sacarle provecho,
el Martes que viene y llega con todo el peso de un ocho
que pudo celebrarse calmadamente en un Domingo de sancocho.
Fue sin embargo, baile, licor y clarinete.
Y unos resultaron de otros ser sus juguetes.
Y otros se hicieron muy amigos del retrete.
Las nostalgias, sin duda, me hacen algo viejo y chocho.
Sobretodo ahora que el más mínimo trasnocho
me deja cual pisoteado bizcocho.
No he quedado, claro está, insatisfecho
pero sí he quedado, oh vejez, desecho.
Así pues me he ido a mi cuarto derecho
y he pasado el día entero metido en mi lecho.
¡Cuánta falta me haces! Prefiero estar contigo estrecho
que celebrar sin ti. Ay dolor, ay despecho.
Hay tanto espacio ahora entre-nos, tanto trecho...
The meaning.
It's interesting, it is always more important what we did than how we did it.
To me, how frustrating.
There is only one time when the top of the mountain is hit it.
Underlying
in the fleeting
source
of the result
that we have created.
We see it.
To me, how frustrating.
There is only one time when the top of the mountain is hit it.
Underlying
in the fleeting
source
of the result
that we have created.
We see it.
Mientras duermes.
Finalmente llegó la noche y allá la noche ya se hizo.
Es un cielo sin estrellas, oscuro, es un mundo ahora cenizo.
Pues cierras tus ventanas al murmuro de la distancia
mientras yo te espero en el día claro, en su infancia.
Mis ojos, mis ojos. Aún se mecen en la duda. Asustadizo
está mi pecho que se hunde en el cemento triste y más macizo.
¿Por qué te me pierdes en las decembrinas fragancias
que no son más que espejos rotantes de las circunstancias?
Yo sigo ciego al embrujo de tu certero hechizo,
embriagado del horizonte que todavía veo brillante y mestizo.
Que habrán en los días que ya llegan inevitables discrepancias
pero podrán más nuestros hinchados corazones: constancia
de este amor gigante, amor mío, que aveces parece escurridizo
como de la aventura de tenerte a mi lado y toda su Abundancia.
Es un cielo sin estrellas, oscuro, es un mundo ahora cenizo.
Pues cierras tus ventanas al murmuro de la distancia
mientras yo te espero en el día claro, en su infancia.
Mis ojos, mis ojos. Aún se mecen en la duda. Asustadizo
está mi pecho que se hunde en el cemento triste y más macizo.
¿Por qué te me pierdes en las decembrinas fragancias
que no son más que espejos rotantes de las circunstancias?
Yo sigo ciego al embrujo de tu certero hechizo,
embriagado del horizonte que todavía veo brillante y mestizo.
Que habrán en los días que ya llegan inevitables discrepancias
pero podrán más nuestros hinchados corazones: constancia
de este amor gigante, amor mío, que aveces parece escurridizo
como de la aventura de tenerte a mi lado y toda su Abundancia.
De llamadas fallidas.
Llamando al teléfono. Llamando y no contestas.
¿Dónde estás? Lo sé: en las fosas del sueño.
En las cuevas recónditas de las que sólo tu bosque es dueño.
Ah la noche solitaria: una, cincuenta, cien. ¿Acaso doscientas?
Imaginándome escuchando ya tu voz me imagino.
Soñándome soñándote: que desde ya en la vigilia
te sueño. Levantando la madera de esta fogata viva.
Recorriendo árboles y matorrales y corales marinos.
Sombras que juntas hacen la inesperada comitiva
en una solitaria fogata de la cruda selva y su familia.
Ya llega el día. Ya llega con los aires de enero el veinte.
Círculo solar o lluvia recia de abrazos ardientes,
en el que se mirarán eternos nuestros ojos
y no habrán más aguas profundas que nos separen,
no habrá otra partida ni dolor u otro despojo,
pues quedará en el pasado la distancia y su rastrojo
y aparecerán los soplidos fuertes que nos unan y nos desaten.
Un golpe a la puerta, un llamado más.
Dormir y no escucharte: jamás.
¿Dónde estás? Lo sé: en las fosas del sueño.
En las cuevas recónditas de las que sólo tu bosque es dueño.
Ah la noche solitaria: una, cincuenta, cien. ¿Acaso doscientas?
Imaginándome escuchando ya tu voz me imagino.
Soñándome soñándote: que desde ya en la vigilia
te sueño. Levantando la madera de esta fogata viva.
Recorriendo árboles y matorrales y corales marinos.
Sombras que juntas hacen la inesperada comitiva
en una solitaria fogata de la cruda selva y su familia.
Ya llega el día. Ya llega con los aires de enero el veinte.
Círculo solar o lluvia recia de abrazos ardientes,
en el que se mirarán eternos nuestros ojos
y no habrán más aguas profundas que nos separen,
no habrá otra partida ni dolor u otro despojo,
pues quedará en el pasado la distancia y su rastrojo
y aparecerán los soplidos fuertes que nos unan y nos desaten.
Un golpe a la puerta, un llamado más.
Dormir y no escucharte: jamás.
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