Este y todos los Domingos.

Los arroyuelos tienen la forma de cada uno de tus cabellos.
Rubios los soles y cada puesta de sol.
Los vientos que soplan las hojas en el suelo. El canto nocturno.
En el azul profundo dentro del horizonte.
En la verde pradera húmeda en las mañanas sumergida en el rocío.
En la tierra fértil que empuja la vida donde no hacen falta ojos.
Laboriosa la hormiga, palpitante el caballo.
Mariposas que despejan toda duda de infortunio.
Ahí, sonriente y sentado: estás tú.
Ya te extraño.

1 comentario:

Etienne dijo...

Pasa que los domingos tienen ese alma de melancolía que inunda cada rincón, que se cuela en el alma, que entinta a los animales y al viento y al sol.
Pasa que los domingos creen que son únicos, como aquél que está sentado allí.
Y nunca faltaron ojos ni raciocinio para comprenderlo.