Qué silencioso este cuarto.
Qué obscuro.
El viento, que apenas si pasa, se filtra un poco por entra las ranuras.
Miro la cortina cerrada por el afán. Los platos a medio limpiar.
Los libros.
Acostado susurro tu nombre.
Y espero tu regreso.
Cuántas calles que no comprendo.
Cuántas lenguas que no distingo.
Cuántos rumores de un futuro incierto.
Cuántos soles.
¿Dónde estás, qué haces, en qué sueñas, a quién hablas?
Yo hago de este domingo un sonido con el último punto.
El martillo sella en el tiempo este diáfano clavo.
A través de los túneles remotos, corro y te alcanzo.
Cruzo distancias erróneas.
Y me recuesto en ti y sonríes y mis ojos encuentran finalmente descanso.
Háblame.
Cuéntame historias de universos y poetas. De canciones y diademas.
Cuéntame tristezas calladas.
Cuéntame el pasado de todos los números.
Cuéntame todos los destinos y todas las mareas.
Sé este silencio.
Sé hoy en estas palabras.
4 comentarios:
Te encuentro en cada murmullo de este domingo con ausencia.
Te pierdo de vista cada vez que parpadeo y te vuelvo a encontrar cuando me retuerzo de fiaca.
Cada minuto que pasa cambia el humor de este domingo sin vos, porque el sol determina una sombra diferente cada sesenta segundos en la pared de nuestro balcón.
Aparece, de golpe, sin previo aviso.
Te lo pido así, con el mate en la mano.
Felipe,
La soledad del cuarto, el ansia de alguien, pensar en alguien y soñar que está. Eso es lo que veo, no lo se hasta donde llego. Es bonito como lo cuentas pero genera un poco de angustia. Al final, un poco de calma, unas sentencias.
Saludos
Felipe,
Te encontre por aqui rebuscando entre otras cosas. Éste particularmente me encantó...Esa ausencia que siempre está presente y que llena cada esquina y que va y vuelve....
Saludos,
Andrea.
Etienne, con el mate en la mano que aparezca lleno el contenedor, aun sin la mano.
Antonio, fue una angustia de la nostalgia. Con claridad ilusoria.
Andrea, muchas gracias. La soledad es la verdadera compañía. Saludos.
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