El vaso y la botella.


Recorres los rastros, los últimos charcos rojos de la noche. Enciendes la llama, conectas, prendes. Aprietas el botón de la melancolía, de la danza, de la lujuria y todo va como van las carreras que se manejan con los dedos: turbo has de apretar, la roca has de esquivar. Te enredas en esa maraña de sueños perdidos, de muslos perdidos, de suspiros perdidos. Te arrastras en silencio, te arrastras en el silencio, te arrastras entre el silencio. Oprimes las teclas. Te escuchas oprimiendo. Oprimiéndote. Sumergiéndote en los glóbulos de tu propia desdicha aún te ves acabándote. Palmo a palmo, dedo a dedo. La botella se hace eternamente verde y ya sabrás que pronto habrán de reemplazarte. Destino del cubo finito que se hace finalmente traslúcido.

4 comentarios:

Sergio Lopez(Lely Vehuel) dijo...

Siempre adelante y siempre tan lindo tu blog,vale bien venir de visita por estos lugares y empaparse de todo lo bueno que publicas,mi abrazo como siempre.Mucha luz y hasta pronto...

Filosofando al vacío dijo...

Una finitud que puede tornarse infinita al cruzar ciertos límites.

Saludos,
Alejandro.

Anónimo dijo...

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Antonio Misas dijo...

Me gusta el ritmo, los obstaculos del trayecto, las formas, los ruidos, el no parar de pensar y el saber del final y en todo eso... tus palabras.
Muy bueno!

Un abrazo