Ciertamente.

Es ese ser, ese pequeñísimo ente.
De esa callada gente
que se hace creer decente.
De la que camina el infinito camino aparente.
Así.
Deslizándose subterránea en el tiempo: de frente.
¡Ay que el que mira sea el ojo de mi mente
y no, de ese ojo, su lente!

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