El cuarto de al fondo.

Cuan callada suena al fondo la noche. Cómo se va el ruido de las motos y el bus verde que siempre espera vacío en la esquina. Mojada su superfice en el reflejo del poste de luz que a medias traza su sombra. Pasa esta hora como pasa la huella de un mañana en silencio. Y salpican, saltan. Corren las brumas y la espuma entre los dedos de quienes pagan con billetes los cigarrillos y los dulces. Se desparraman los racimos de los árboles ficticios, de entre tiendas y señoras gordas en chanclas y sillas rojas de plástico y frío y bufandas. El silbido que sale de una boca incierta llama a un suspiro mío y a un beso tuyo.

2 comentarios:

Etienne dijo...

Y más lejos que el fondo, pisando el alba, el silencio se trastoca en una orquesta de alabastro, se tiñe el mantel de añil húmedo y los árboles contienen un momento la respiración. El viento retoma su marcha y los besos se transforman en otros besos.

Mista Vilteka dijo...

Etienne, qué bello eso que has dicho. Me lo quedo por ahí para andarlo reflejando con el reflejo de una lata en uso. Que alimente al que está en guerra y no al que dispone de serville de tela.

Un abrazo mi hermano.

F.