Entre el té

Entre el té y las delicias de un cabello castaño que se escurría como el agua bendita por cristales del intelecto. Luces empujando los pasos a un camino de sombras y calles pavimentadas de besos fortuitos en silencio. Ahí, apretujados en la noche y en el frío, hubo también aquellas gradas y aquellos intentos y un sueño y tu aliento. El agua que sumergió los cuerpos en un sueño que apenas si fue. Como el olvido que nunca parte. Como el recuerdo que siempre llega. Entre reflejos y deseos. Así: eterno, fugaz, en el vapor de la vida misma, fresco y pretérito, inolvidable.

Calla la noche

Calla la noche hoy más silenciosa. Calla el vacío del espacio ciego que a nadie contiene sino a tu cuerpo. Quizás también a las sobras de tu sombra. Apenas quizás. Del amasijo de las angustias cenaremos las futuras lágrimas y nada sabremos sino en la sangre de la despedida o en el terror de la llegada. Derretidos en el filo de la puerta no somos y nos somos entre el encierro eterno y marchito y entre el frío infinito del olvido, sueño helado del afuera.