En polvorosa.


Duele. Se inflama el labio de toda cordura. Arde. Supura.
Blancas reaparecen las memorias bajo las cobijas mientras se esconden los cuerpos entre aromas y cremas. Píldoras de un óleo imposible que siempre se mira.

Vuelve como vuelven los pesares, golpea como la lluvia a las flores, embarra. Hubo siempre un mejor día, habrá siempre un mejor momento. ¿Por qué ahora cuando pudo ser nunca?

Pasarán los días y pasará el olvido. El puente habrá de cruzarse: para ser puente. Del otro lado cantan las campanas y sonríen los horizontes. Me piso.