Viernes tres con cero

Rojas son tus calles. Grises siempre todos tus cielos. Nunca sonríes. Se te acumulan en tornados cada uno de tus gritos. Y nosotros, como piedras, como monolitos, a penas si te imaginamos. Acabarás primero cada cajita de oxígeno en este mundo, antes que yo decida abrir un ojo para no mirarte.

Viernes veinte con tres

Hay esas cumbias. Esos sones. Ese cuerpo tuyo como gaita. Y yo, que me bailo, te bailo y te bebo. Aguardiente por tus miradas y tu aliento. Maracas y bombos por cada vez que te me duermes. Por tus noches y tus cantos. Por este tu viernes.

Martes dos con siete

Mentir. Mentirle. Encontrarte en el camino que nunca debiste arrancar. Desalojar los juramentos de acero y despellejar todo pasado sonriente en que creíste fielmente seguir todo aquello que escupías. Las serpientes atrapan las piernas frías. El barro se seca. Y caminas: hacia atrás mirando. Le caminas y le pisas. Herido, descalzo.

Crédito



¿Cuánto alcance tienen los dolores?
¿Cuántas lágrimas quedan aplazadas?
Mientras jugamos,
mientras pretendemos que ya no es.
Mientras le damos guión a nuestras bocas.
En un teatro vacío de nosotros mismos.
Sin sonido.
Un día, así, con el mar golpeando las tiendas,
con el estruendo de una biblioteca que se cae,
con los platos que se deslizan de las bandejas,
con las ventanas rotas por un balazo que nadie espera,
con la madera vieja enfrentada a la humedad,
un día, así, se rehacen los mismos cuchillos y la sangre vuelve a fluir.
Ese momento cuando nos preguntamos por la dirección del tiempo
y si nuestro cuerpos -quizás ya no amados- se siguen en su único flujo.
Sufrir a cuotas.
Llamadas de lo que parecía que ya habíamos olvidado.

Domingo diez con ocho

Las calles gritan. Paredes sucias y pedazos de plástico negro. Caminamos como por entre la maleza y llueve. Hay un miedo que reivindica el suicidio de la razón. Hay sobras en los calurosos días y pantalones rotos en los fríos domingos. Alguien, sin embargo, sonrió.

Viernes diez con seis

Me debo enseñar, debo enseñarle a eso que es mi cuerpo exhausto. ¿Y qué es mi cuerpo frente a mi sangre y mi pasado? Partes amontonadas. Óxido y muerte. Se desprende de mí una vida que es la mía. Acostumbrarme debo a que te vas.

Excusa de comunicación


¿Se lo dijiste así nada más? Esas excusas que te inventás vos.
Bueno, hombre, es que no sé cómo decirle lo que le quiero decir.
¿Cómo así? Pero si la has llamado como un cuatrillón de veces en unas borracheras con el ombligo para el otro lado.
Pues sí, en eso tenés razón. Maldito aguardiente. Pero ve, dejame te lo leo. Pero eso sí, ese día se lo canté.
¿Lo cantaste? ¿Vos cantás? Digo, ¿no sonás a gato bañándose?
Pues no sé, pero cuando canto me llaman de la portería al citófono con 'recomendaciones' de los vecinos.
Te creo. De amigo me bastás pero de vecino...ufff me pido no.
¿Me vas a dejar leértelo?
Sí, dale. Pero esperate mientras sirvo agua que ¡ay mi madre!
Listo pues. ¡Y dice!

'El tiempo ajusta sus medidas, la noche aguarda la mañana; el sol, su salida.
Está cerca y ya viene. Llega callada, furtiva.
Trae consigo una sonrisa y guarda en sus brazos una añoranza.
Confirma en mis pasos una esperanza.
Viajo por estas letras y a través de tus ojos doy forma a mi presencia.
Te abrazo, sonrío por los años que hemos compartido
y dejo en la distancia un suspiro por aquello que juntos hemos vivido.
Somos amigos. Lo hemos sido siempre. Siempre lo seremos.
Celebrarás un año más de andanzas
y experiencias en este camino que desconocido creemos
y junto al viento que nos abriga en la jornada
o el agua que aminora el cansancio,
junto al cielo que nos guía o la compañía de una luna amada;
más allá están mis manos abiertas que se extienden entre la arena,
frente a ti ha estado, sigue mi voz entre la niebla: febril, serena.

Seguirán con las estrellas de este viernes un ciclo más que la vida nos ofrece
y que finaliza para ti con el próximo amanecer.
Un ciclo nuevo que inicia, uno que crece,
uno que empieza a crecer.
Hoy es ocho, mañana es nueve.
Entrarán las luces por mi ventana
y sabré que son las mismas que se filtran por la tuya.
Ellas despertarán tus ojos y los míos,
despertarán tu vida más allá del sueño
y celebrarán contigo y conmigo que cumples años
y que los festejas ahí, en tu cuarto, junto a mí, a mi lado.'

¿Y entonces?
No jodás. Casate conmigo.