Domingo diez con ocho

Las calles gritan. Paredes sucias y pedazos de plástico negro. Caminamos como por entre la maleza y llueve. Hay un miedo que reivindica el suicidio de la razón. Hay sobras en los calurosos días y pantalones rotos en los fríos domingos. Alguien, sin embargo, sonrió.