Me recuerda el dolor del pasado

Me recuerda el dolor del pasado
Un grito que ya tuve
Una lágrima que ya cayó
Me recuerda el miedo del pasado
Un silencio que parecía eterno
Un futuro que parecía irremediable
y que asimismo llegó
Me recuerda la rabia y la desesperanza
La angustia por estas manos
que más no podían
que sangraban
que se hundían
Me recuerda el no poder mirar
y ser mirado sin parpadear
La vergüenza de haber caído
La pena de haber cedido
al cuerpo que no quería
a la piel que no era mía
a la compañía del abismo
De su realidad
Me recuerda
aquel remoto día
cuando nadie vino a casa
cuando nadie dijo nada
aquel cercano día
cuando aparecieron tarde
cuando desaparecieron temprano
Me recuerda mis memorias tristes
la vida entera
Me recuerda el hoy y el mañana
Me lo recuerdas tú
que no me hablas
Me lo recuerda tu soledad

La soledad que habita y nos habla

La soledad que habita y nos habla
El silencio que palpita y nos calla
con su verdad eterna y su sonido de reloj
con el silbido de la nada y los otros rostros
que nada entienden pues se gritan sin gestos
y nadie les escucha como no les escucho yo.
Cuánta soledad que la vida guarda,
cuánta vida que la soledad acaba
siendo ella misma su causa
y causando - inevitable - su perdición
Cuánta lucha siempre perdida
por la soledad que es la vida misma
por el dolor que es el cielo mismo
por un final que nunca llega
por un cuerpo ajeno que nunca escucha
que nunca habla y que no existe
como no existo yo
la soledad inunda la presencia verdadera
y sofoca el mundo de insomnio y de verdad
e la vida y la muerte
la soledad es el otro que no existe
soy yo que en nadie existo
la soledad es mi cuerpo
la soledad, infinita, invisible,
soy yo