¿Llueve?

Me dijo: ¡No olvide la sombrilla!
Pregunté: ¿Llueve?
Me dijo: Debo regresarla a su dueño.
Pregunté: ¿Llueve?
Me dijo: Las palabras no son dueñas de su uso, sólo de su imagen.
Pregunté: ¿Llueve?
Me dijo: No. Pero la llevaré abierta.
Callé.

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